El velo pintado

 


El velo pintado como metáfora de la realidad que nosotros percibimos e interpretamos según nuestros sentidos y nuestros condicionantes.

Kitty, la protagonista, una muchacha bella de clase acomodada, se dispone a realizarse en la vida a través del matrimonio, como mandaba los cánones sociales de su época y para ello cuenta con la ambición y la guía de una madre que sabe poner en ello todo su afán, y que pretende corregir en su hija el error que cometió ella cuando se encontró en las mismas circunstancias y se casó con un hombre al que ahora desprecia porque no la elevó a las alturas para las que ella creyó nacer.

Con ese velo delante de la cara emprenden las dos una carrera de obstáculos que como solía ocurrir a las guapas ambiciosas, a fuerza de despreciar los buenos partidos en busca de los mejores, se les iba agotando el tiempo y la belleza y acababan con el último recurso.

Este último recurso resulta ser un bacteriólogo que se enamora de ella pese a darse cuenta de que es superficial y vana. La profesión de él los lleva a China, donde se suceden las epidemias de cólera, concretamente a Tching-Yen (Hong Kong, colonia británica, no pone el nombre real para no tener problemas legales con los personajes reales) y pronto Kitty descubre que su categoría social allí depende de la importancia profesional de su marido y que esta no es mucha, con lo cual queda decepcionada. Desde ese momento solo cuenta con su belleza y la novedad que supone en la colonia para encontrar algo de felicidad y se deja llevar por un nuevo deseo en brazos de otro.

Las circunstancias sin embargo le irán mostrando otras realidades de la vida que ella desconocía y poco a poco irá descubriendo y apreciando lo que de verdad importa en la vida, a costa de mucho sufrimiento y de una fuerte lucha entre la que fue y la que puede llegar a ser, entre lo que le inculcaron (lo condicionado) y lo que la propia experiencia le está desvelando.

Su proceso de aprendizaje y sufrimiento ha corrido paralelo al mío en mi lectura. Yo también he deseado como ella una realidad distinta, he amado al que ella no podía amar, he admirado la inteligencia que a ella le aburría, el aguante que a ella le sacaba de quicio y que daba por sentado, la firmeza que a ella le deba miedo y sobre todo la compasión de un hombre sensible, la que por fin le abre los ojos. Pero no lo idealicemos a él, el marido también es víctima de sus deseos, culpable de mirar a través de su velo lo que quería ver, desconociéndose a sí mismo y despreciando su auténtico valor.  

He disfrutado de sus diálogos fantásticos, sobre todo los del matrimonio, de sus paisajes, de su espiritualidad y he leído incómoda, también hay que decirlo, cuando el autor desembuchaba información sin dosificar (se lo achaco a un momento de cansancio y de guardia baja).

Recomiendo de todo corazón esta novela que ahonda en la importancia de vivir una vida con sentido, algo que siempre tengo presente en mis novelas, y que es además una novela romántica diferente, en la que la única que de verdad se enamora es la lectora. ¿La has leído ya?

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