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Estos libros pertenecen a una serie llamada “Cualidades del amor”, en la que me propongo explorar una serie de aspectos del amor romántico que todos experimentamos de un modo u otro, tarde o temprano, independientemente de los propósitos que nos hagamos.

La asimetría del amor es la primera y como tal, exploro en ella el primer amor. De este se dice que nunca se olvida, sobran decir las causas, pero, por regla general, es necesario evocarlo, pensar en ello. Sin embargo, hay contadas ocasiones en las que se nos queda clavado como si nos hubieran inyectado un germen persistente que los años solo hacen agravar sus efectos. Algo quedó inconcluso y esa obsesión nos impide pasar página y continuar.

Esa es la “cualidad” de la que hablo en La asimetría del amor. ¿De qué forma ese conflicto guarda relación con el título?, tendrás que leerlo y pensarlo para averiguarlo. Si lo haces, revivirás la juventud de los personajes, participarás de sus conflictos, sus fiestas, su nacimiento al amor y también de sus desengaños y su separación, recreado en un ambiente contemporáneo de tecnología, que no es más que un pretexto para unirlos en torno a la creatividad, la competitividad, el humor, la música y el compañerismo, como es propio de su edad. ¡Ojo!, que eso no te asuste, me mantengo fiel al género romántico de siempre, ese que no encasilla las novelas en una época ni un lugar determinados, ese es mi estilo y mi intención, utilizar un lenguaje natural y neutro, así que no te esperes que utilice jergas ni modas pasajeras. 

La novela avanza nueve años, y la primera juventud pasa, pero el germen que quedó inoculado el día menos pensado despierta y nos obliga a enfrentarlo. En esa segunda parte los personajes han madurado y eso traen consigo otros retos que traen entretejidos el pasado y el futuro, y que se irán complicando sin verlas venir como la vida nos acostumbra.

Por si os lo estabais preguntando, el erotismo también está presente en toda la novela: en la mirada, en el aire, en la piel, con pequeñas pinceladas y el sexo, explícito, se da en tres o cuatro ocasiones, cuando la ocasión lo requiere.

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En este segundo libro de la serie “Las cualidad del amor” exploro “la disonancia”. ¡Ahora tenemos un nombre para todo, ¿No os parece?! Me refiero al conflicto que sentimos entre lo que pensamos de un hombre por su comportamiento en general con nosotras y esas pequeñas o grandes desconfianzas que la intuición nos sugiere ante algunos detalles que nos ponen en estado de alarma y nos hacen pensar: ¿me estaré equivocando?, mientras el corazón y las hormonas nos gritan: no, no te estás equivocando, es estupendo, son solo tus miedos.

Ese es el conflicto que soporta Gloria, la forense que se ha tomado unos meses de excedencia para dedicarse de lleno a escribir una novela negra de intriga forense en la casa de la playa de una amiga, y se tropieza con un vecino, algo así como un agricultor de altos vuelos (entre innovadores y místicos), bastante sexy, pero cargadito de inconvenientes…

 He llenado esta historia de diálogos cruzados llevados con humor, al menos eso he pretendido, entre amistades peligrosas que a veces ayudan y otras perjudican a la pareja.  La familia también incordia lo que puede, incluso más allá de lo que yo pretendía, y es que con la familia no se puede, en cuanto me descuido se me van de las manos, ¿ya conoces el panorama, verdad? Todo ello te lo cuento con un lenguaje estándar, como ya te he explicado más arriba, en mi libro anterior,  en una atmósfera sensual,  brillante de sol y de aromas andaluces. 

El erotismo vuelve a estar presente en toda la novela como no puede ser de otra manera para que no perdamos el tono ni olvidemos que nos encontramos en una novela romántica, y el sexo explícito aparecerá en dos o tres escenas, cuando la trama lo requiere, en un grado más ligero que en mi primera novela para que cada una tenga su carácter.