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Igual estáis pensando que me refiero a la violencia, al
machismo, a la grosería o al porno, pero no me refiero a nada de eso, al menos
no por ahora, y no en este artículo, me refiero a los argumentos escritos por y
para mentalidades infantiles.
¿Nos tomamos la NR en serio o no nos la tomamos? Esa es
la cuestión.
Soy la primera en defender y admitir que el género consiste
en una serie de fantasías: el final feliz, la belleza de los amantes, sus
abundantes cualidades, la capacidad de decir y hacer en el momento exacto lo
que por lo general no se nos ocurre más que a toro pasado, etc. Esas son a
grandes rasgos, y simplificando mucho, las características formales diferenciadoras
del género con las que contamos las lectoras, y a las que
no voy a poner objeciones.
Pero luego está la otra parte, la argumental, la que nos
hace sentir, la que nos lleva en un viaje emocional a través de unas situaciones
que nos recrean la realidad de una forma creíble con la que se pueda ensayar la
propia vida. No es solo leer, debe incitar a la lectura activa, a que
empaticemos, a que rechacemos, a que aprobemos a que condenemos, a que hagamos
la novela nuestra. Si no produce eco, si no resuena, si no palpita vida con sus
luces y sus sombras; si no hay quién se la crea, una se siente que le han
robado neuronas, vida y dinero (el orden elíjelo tú).
De la calidad humana de los personajes no tengo nada
que decir, sean buenos, malos o regulares, de todo hay en la viña del señor y
que cada una decida lo que se lleva a la
mente en sus lecturas; la sombra es una parte fundamental de la novela; ahora
bien, de la calidad literaria de los personajes, sí debemos exigir coherencia
con su contexto social, histórico y personal; y coherencia consigo mismos, que actúen
como dicen ser, o mejor, que no lo digan y nos lo muestren.
Estamos de acuerdo en que los sentimientos son
lo más importante en la NR, pero acompañados de la razón, que sean maduros,
para adultos. Sentimiento y razón deben hasta cierto punto, ser inseparables,
porque ninguno de ellos conviene que caminen a solas por el mundo. No digo que
no habrá momentos en que la pasión y el impulso los arrastre y otros en que se
dejen llevar por el cálculo y la fría razón, por supuesto, para crear tensión y
drama, pero sin perder de vista la
verosimilitud y que estamos escribiendo para adultos.
Hay tramas por ahí que cuando las leo me sonrojo, y no lo
digo por el sexo. El exceso de sexo solo produce aburrimiento, al menos a mí,
pero ese no es el tema de este artículo, me refiero a la simplicidad, a la
memez, tanto del argumento como de la narración.
Muchas de las lectoras veteranas de romántica lo están
abandonando. Releen o directamente no tocan el género, y no es que este defecto
que denuncio no venga de atrás, claro que sí, pero creo que si no aceptamos que
ningún hombre nos tome por tontas, tampoco deberíamos aceptárselo a las mujeres
que somos las que las escribimos.
¿Tú qué piensas? Dejadme vuestro comentario y lo debatimos.
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